Nunca tuve una gran memoria, pero me suena que fui recibido con gran alegría y asombro por mi padre: "JODER QUÉ RAB.. PERO QUÉ LE HAC.. Ah que es el cordón occipital ese, vale vale cortadlo..."
Cerré mi primer contrato con CK recién cumplidos los cuatro años. |
Durante los primeros años, tras lo que parecía un par de sonrisas, se escondía una rivalidad por el protagonismo familiar legendaria |
Mis siete años de inexperiencia fueron un factor que jugó en mi contra. Recuerdo ser culpado de crímenes que jamás cometí, tales como Homicidio Imprudente del orinal rosa de plástico al sentarme encima o Secuestro Involuntario del mando a distancia cuando me lo llevé a mi cuarto.
Estaba harto de ejercer como chivo expiatorio de las fechorías de mi hermana así que aposté por dominar el lenguaje humano. Desde entonces tuve derecho a juicios en los que exponer mi defensa y una vez acabada la Tiranía de las Treinta Acusaciones, Carmela's se convirtió en un lugar un poco más justo. Podría decirse que me superé a mi mismo.
No tardé en independizarme y abandonar la cómoda y segura cuna del cuarto de mis padres para afrontar la realidad de mi edad y dormir en una cama. Alcancé la plena superación de mis miedos cuando empecé a dormir con la luz apagada, si bien siempre acompañado de mi fiel peluche de Batman.
Mis dotes interpretativas en funciones de ciencia ficción fueron aplaudidas por la opinión pública |
No fue nada fácil. Mi dominio de la escritura era nulo, pero aprendidas las seis letras que forman mi nombre, nadie se percató y fui el primer galardonado de mi promoción con la pegatina de estrella brillante en la frente. Fruto de la alegría ser un adelantado al resto de mis compañeros, decidí darme un festín de plastelina para cenar. Porque solo se vive una vez.
Mi atrevido peinado fue tema de debate durante el rodaje de "Grease, el Festival" |
También aprendí la importancia del ocio personal.
Golfo desde entrado el año dos mil, mi lugar de esparcimiento favorito no era otro que una tierra desprovista de leyes, de horarios y de preocupaciones, llena de libertad y emociones, todo campo y malos olores: EL PUEBLO. Ninguna magnitud física me impidió continuar con mi búsqueda del límite humano: Ni la energía mecánica de un sistema formado por un columpio y yo; ni la velocidad y aceleración de una bicicleta sin frenos cuesta a bajo ni tampoco la gravedad terrestre cuando pierdes el equilibrio cruzando un río.
Desde pequeño, mi pasión por la comida se hizo eco en los cumpleaños. |
Mis problemas con el juego estuvieron a punto de hacerme perderlo todo |
Tras años de aprendizaje, de penas y glorias, de más aprender que estudiar y después de adquirir cierto bagaje cultural, mi padre tomó el timón de mi vida y me mandó a Irlanda. Tanto mis progenitores como mi hermana sabían cuándo me iba, pero la fecha de mi vuelta daba lugar a controversia. Al llegar a aquella mansión irlandesa me esperaban un ebanista de lo más entrañable, tres monstruos cuellicortos de lo más adorables y ella, una madre que ejercía una dictadura totalitaria basada en la sumisión de los hombres a sus necesidades. No era de extrañar pues, que sólo ella y la perra de la casa hicieran las cinco comidas del día.
![]() |
Pizarra encontrada a mi vuelta de Irlanda. Las teorías eran múltiples y variadas |
Yo ya tenía Whatsapp |
Contando con mi inocencia y mi incipiente estupidez natural, fui convencido de que íbamos en avión al pueblo. Fueron numerosos los detalles que pasé por alto:
La cartografía fue descartada debido a mi incapacidad geográfica |
1. A mi pueblo se puede ir perfectamente en coche.
2. El avión, seguramente, sea más grande que la superficie de mi pueblo.
3. ¿Qué coño hacían las casi doscientas personas que había en el avión yendo a un pueblo que su población máxima es de 30 personas en época estival?
4. ¿ Por qué al llegar la gente hablaba en francés?
5. Mickey Mouse no es primo mío, no tenía por qué encontrarse allí.
"Billie Jean, is not my love..." |
Hoy es mi cumpleaños y no espero grandes cambios. Solo sé, que de los posibles regalos de hoy, voy a quedarme con quien ha venido a leerme. Con cariño y cuanto menos, agradecido,
Vicente.